Bio

El Comienzo de un Viaje Inesperado ​

A los 33 años, mi vida parecía estar en equilibrio. Trabajaba, disfrutaba de mi familia y amigos, y vivía cada día con una rutina que, aunque a veces monótona, me brindaba cierta seguridad. Sin embargo, una cirugía de vesícula cambió el curso de mi vida de una manera que nunca imaginé.
La operación en sí fue un procedimiento relativamente simple y común. Los médicos me aseguraron que todo saldría bien, y así fue. Pero lo que vino después fue el verdadero desafío. En las semanas y meses que siguieron, comencé a notar síntomas que no lograba comprender: un cansancio abrumador, dolores inexplicables y una sensación general de malestar que no me dejaba en paz.
Fue entonces cuando, después de varias visitas al médico y una serie de pruebas, recibí el diagnóstico que cambiaría mi vida: hepatitis autoinmune. Me dijeron que esta enfermedad rara afectaba a apenas dos de cada 250,000 personas en el mundo. Era un golpe duro, uno que no solo impactó mi salud física, sino también mi espíritu.
A los 35 años, vivía con una enfermedad crónica que atacaba mi hígado, un órgano vital. Los médicos fueron claros: no había cura conocida, y el tratamiento sería largo y complejo. Enfrentar esta realidad fue devastador, pero no podía rendirme. Tenía que encontrar la fuerza para seguir adelante, por mí y por quienes me rodeaban.
El tiempo pasó y, a los 39 años, otro diagnóstico llegó como un mazazo: cirrosis. Dos enfermedades graves, ambas sin cura, y sin embargo, aquí estoy, compartiendo mi historia con ustedes. Porque, a pesar de todo, mi hígado está sano. No tengo ni hepatitis autoinmune ni cirrosis. Y aunque la medicina no pueda explicar completamente mi recuperación, sé que mi viaje no ha sido en vano.
Este es solo el comienzo de una historia de lucha, resiliencia y esperanza. Una historia que quiero compartir con ustedes para mostrar que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay luz al final del túnel…